¿Por qué nos cuesta tanto aceptar críticas en el entorno laboral?

El impacto que una crítica tendrá sobre nosotros será mayor cuanto más íntima sea la relación que tenemos con la persona que la hace. Es por esto que, en principio, las críticas en el entorno laboral deberían afectarnos menos que en el entorno familiar o más íntimo. Sin embargo, el trabajo no deja de ser una parte importante de nuestra vida, lo que muchas veces provoca que nos tomemos tan mal (o incluso peor) una crítica de nuestro jefe o compañero que la de un amigo o familiar cercano.

 

No recibiremos de igual manera la crítica de alguien a quien admiramos profesionalmente que la de un compañero al que no tenemos en buena consideración. La primera tendrá un mayor impacto negativo que la segunda. Confusión entre el “hacer” con el “ser”. Cuando caemos en el error de identificar nuestro trabajo con nuestra persona, cualquier pequeña crítica hará tambalear los cimientos de nuestra identidad.

 

Foco en los resultados y no en los procesos. Quienes concentran su idea de “éxito” únicamente en el resultado final son menos receptivos a la hora de recibir críticas, porque concluyen que se critica su trabajo entero, y no solo una parte o un detalle.

Elevada tendencia a la autoexigencia, ya que cualquier crítica será tomada como un fracaso que puede generar enfado, parálisis y ansiedad.

 

Lo primero: diferenciar entre críticas constructivas y destructivas

Una crítica constructiva o pertinente es correcta tanto en la forma como en el contenido. Se presenta de manera asertiva y respetuosa y quien la recibe puede ver que, efectivamente, hay algo en lo que puede mejorar. Se trata de un feedback de mejora para que entendamos en qué podemos mejorar y en que podremos expresar nuestra voluntad de cambio.

 

En cambio, una crítica destructiva no tiene por objetivo mostrar una alternativa de mejora ni abre opciones al aprendizaje. De esta, existen 3 tipos:

 

Crítica pertinente en el contenido, pero no en la forma: La crítica es correcta, pero no respetuosa. Si crees que la crítica es pertinente pero las formas no, es lícito que manifiestes tu deseo de mejorar, pero también debes mostrar que no estás de acuerdo en cómo se te ha transmitido la crítica para evitar que se vuelva a utilizar el mismo formato.

 

Crítica no pertinente: Son aquellas críticas cuyo fondo no es correcto: quien hace la crítica ofrece datos o argumentos incorrectos o cuya mejora no está en manos de quien la recibe. En este caso, debes manifestar tu desacuerdo sin perder la calma.

 

Críticas vagas e imprecisas: Son críticas que no se refieren a actitudes o elementos concretos, como aquellas de tipo “siempre haces las cosas a tu manera” o “no escuchas”. En estos casos, lo recomendable es clarificar y precisar. Puedes preguntarle a tu interlocutor a qué se refiere o pedirle que te indique un ejemplo, para intentar acotar la crítica y poder abordarla de la mejor manera posible.

 

Por lo general, la crítica constructiva proviene de personas en las que confías y a quienes respetas, y se da en un entorno privado. Es importante que esto sea así ya que, de hacerla en público, quien la recibe puede sentirse expuesto o vulnerable y llegar incluso a dañar su autoestima. Y si bien esto no significa que un extraño no pueda hacer una crítica constructiva, la retroalimentación que habitualmente se pretende conseguir mediante este feedback se basa en el respeto y la confianza mutua. También es importante fijarse en el tono y en el lenguaje corporal de quien nos está haciendo la crítica. Desconfía de quien se acerque a ti gritando o con una actitud desafiante.

 

Consejos para sacarle todo el jugo a una crítica

Cuando te hagan una crítica constructiva en el trabajo, se aconseja escucharla por completo sin interrumpir, resumirla, reformularla y repetirla con tus propias palabras para clarificar lo que te está intentando decir tu interlocutor. A continuación, lo más conveniente es aceptarla de manera asertiva y tomar nota para poder reflexionar más tarde sobre ella. Para ello, pon en práctica los siguientes consejos:

 

1. Contextualiza la crítica

Recuerda que la crítica es a tu trabajo, no a tu persona, por lo tanto intenta no sentirte atacado. Tómate tu tiempo para tomar perspectiva y reflexionar sobre el feedback que has recibido y en cómo puede ayudarte a mejorar tu rendimiento. Recuerda que toda crítica se puede transformar en algo positivo a tu favor.

 

2. Refuerza tu autoestima

Cualquier crítica será más difícil de encajar si tenemos problemas de confianza en nosotros mismos. Si es tu caso, prueba a hacer una lista de tus logros en los últimos meses que te ayuden a visualizar lo que sí estás haciendo bien. Y si has identificado las áreas en las que necesitas mejorar, trabajar en ellas también te ayudará a ganar confianza.

 

3. Despídete del perfeccionismo

No permitas que la autoexigencia te impida seguir avanzando: no hay una sola manera de hacer bien las cosas. Si te defines como una persona perfeccionista, cambiar tu punto de vista te ayudará a entender que el trabajo es un proceso de mejora continua donde puedes seguir formándote, siempre que aprendas a encajar las críticas como parte de este aprendizaje.

 

4. Tómate la crítica como un desafío

Cuando recibas una crítica constructiva, lo mejor que puedes hacer con ella es tomártela como una invitación para mejorar. Mantener un contacto fluido y constructivo con tu jefatura y tus compañeros es fundamental para poder seguir avanzando en tu carrera, y para ello es necesario saber encajar las críticas, ponerlas en perspectiva y aprender de ellas.

 

Ahora que ya sabes distinguir las críticas constructivas de las que no lo son y tienes las herramientas necesarias para enfrentarte a ellas, es hora de tomar perspectiva y aprender a usar ese feedback a tu favor.

 

Fuente: Welcometothejungle.com

 

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