Cuando ya tenemos el trabajo, reconocer que no sabemos sobre un tema no suele plantear ningún problema. Sin embargo, en una entrevista, solo disponemos de unos minutos para convencer a nuestro interlocutor y demostrar nuestros conocimientos y habilidades. Por lo tanto, ¿podemos admitir sin miedo que no conocemos la respuesta a la pregunta que nos han formulado?

 

 

¿Es excluyente no tener la respuesta?

Si no te ha pasado nunca, seguro te sucederá algún día. Todo el mundo, en un momento u otro, se encuentra frente a una pregunta para la que no tiene respuesta. Afortunadamente, esto no suele suponer ningún problema, pero el grado de tolerancia de tu entrevistador dependerá principalmente del tipo de pregunta.

 

¿Podemos mentir cuando no sabemos algo?

¡Qué tentador es decir cualquier cosa cuando creemos que nuestro interlocutor no podrá verificar si nos estamos equivocando! ¡O incluso arriesgarnos a dar una respuesta aproximada para dar una buena impresión! Por desgracia, mentir para ocultar nuestra ignorancia suele ser peligroso. “En mis primeras entrevistas, me encontré con una persona que me mintió en lugar de reconocer que no conocía un tema que para mí era fundamental.

 

Fue mi culpa, ya que debería haber hecho más preguntas en lugar de confiar en ella sin más, pero al final tuve que despedirla unas semanas más tarde porque no sabía hacer la tarea para la que la habíamos contratado”, añade Ruth Cimpoy, encargada de contratación de personas en una consultoría. En las empresas, la mentira es una bomba de relojería.

 

Inventar una respuesta o “decir cualquier tontería” revela tanto tus debilidades como tu falta de fiabilidad de cara al futuro. Además, nadie quiere contratar a una persona que oculta su ignorancia y asumir el riesgo que ello supone para sus proyectos o compañeros. “Al contrario. Que una persona reconozca que no sabe algo es muy buena señal, ya que hay buenas probabilidades de que reaccione de la misma manera cuando la hayas contratado, y eso es exactamente lo que yo espero de mis empleados: honestidad y transparencia”, apunta Ruth. 

 

5 claves para reaccionar cuando no sabemos qué responder

 

¡Que no cunda el pánico!

¿Notas esa gota de sudor que baja lentamente por tu frente? Cuando te enfrentes a una pregunta para la que no tienes respuesta, trata de mantener la sangre fría y respirar profundamente. No tengas miedo del silencio. Mostrarte tranquilo hará ver al entrevistador que eres capaz de mantener la calma y soportar la presión.

 

Gana tiempo

Si tienes una idea aproximada de la respuesta pero no eres capaz de definirla exactamente, trata de ganar tiempo pidiéndole a tu interlocutor que reformule su pregunta o que aclare algunos aspectos. De este modo, tu cerebro tendrá tiempo de reorganizar las ideas.

 

Busca alguna pista

Formular preguntas relacionadas con el asunto podrá ayudarte tal vez a identificar mejor lo que tu interlocutor te está preguntando. Profundiza en el asunto para ver si puedes conseguir más detalles que te ayuden a comprenderlo. Por ejemplo, si un entrevistador te pregunta cuál es el mejor método para abordar un determinado proyecto, puedes responderle lo siguiente: “Para poder dar una respuesta más contextualizada, ¿podrías decirme cómo lo ha estado haciendo la empresa hasta ahora?”.

 

Piensa en voz alta

Cuando un entrevistador plantea de forma deliberada una pregunta compleja, generalmente lo hace para hacerse una idea de cómo resuelves un problema. Si te preguntan de qué modo llevarías a cabo un proyecto, pero no tienes una idea concreta del resultado final, explica simplemente las etapas que seguirías: “Para empezar, le preguntaría al cliente final. Luego, creo que es importante…”. A menudo, el proceso de reflexión es más importante que la respuesta final.

 

Responde, pero más tarde

Cuando te planteen una pregunta compleja, no dudes en comprometerte a responder más tarde. “Es una pregunta que merece reflexión. Me gustaría reflexionar sobre el tema y dar una respuesta más completa más tarde”. Ese “más tarde” puede ser el final de la entrevista o tu correo electrónico de seguimiento. Es una excelente manera de demostrar tu perseverancia y seriedad, lo que sin duda alguna te permitirá destacar más que si eludes la pregunta.

 

Tu estado de ánimo es el ingrediente principal del éxito en una entrevista de trabajo. Para conseguir el puesto, no hace falta que la superes sin cometer ni un solo fallo. No tener la respuesta a una pregunta rara vez suele ser irreversible, mientras que tratar de resolver la situación mintiendo puede hacer que tu candidatura se convierta en una bomba de relojería. “Más que un examen, una entrevista es, ante todo, un intercambio de ideas”, concluye Ruth.

 

Fuente: Welcometothejungle.com

 

Para recibir más consejos, noticias y tips de empleabilidad, recuerda seguirnos en nuestras redes sociales de Instagram @Duoclaboral y LinkedIn Duoclaboral